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martes, 23 de febrero de 2010

¿RSE?.y. ¿Cómo estamos por casa?

¿RSE?…y… ¿Cómo estamos por casa?

Por admin | 22 Febrero, 2010 | Categoría: Columnistas Responsables

 Jaime Danús Larroulet. Ingeniero Civil de la Pontificia Universidad Católica de Chile. En enero de 1988 forma la Empresa Constructora LyD, en la que se desempeña como Director y Gerente de Operaciones.

Diría que no una, sino varias veces, me ha correspondido  escuchar el comentario de algunos empleados o "colaboradores", como suele llamárseles en sus empresas, en relación a su verdadero clima interno y el trato a que se ven sometidos confrontados con el ranking que su compañía ostenta  como un buen lugar de trabajo. Efectivamente, muchas empresas, con las mejores intenciones se vuelcan a un maquillaje de la cara externa postergando las verdaderas entrañas productivas de su sistema.

El trabajo en la industria de la construcción, junto con el de la minería, se podría calificar como uno de los mas duros para el ser humano. Faenas alejadas y aisladas, sistemas de turnos, horarios extensos, separación de la familia, riesgos de accidentes, etc, son factores que contribuyen a embrutecer al hombre. Por otro lado se generan maravillosas y utilísimas  obras que quedan a la vista de nuestros ojos y que contribuyen al desarrollo y bienestar del país.

El principal capital de nuestra industria lo constituyen sus personas y, quiero ser muy categórico, más que en cualquier otra actividad productiva. Si, nuestra principal fuerza pasa por nuestros trabajadores que en primer lugar aportan sus esfuerzos y capacidades, nuestros mandos medios que contribuyen a organizar y dirigir nuestras bases y, finalmente, nuestros ejecutivos que contribuyen con su gestión y estrategia para dirigir nuestras faenas y empresas.

Por otra parte nuestras obras, inevitablemente, impactan a las comunidades aledañas en donde ellas se realizan. En resumen una doble oportunidad de desarrollo sustentable: con nuestros trabajadores y entorno.

En primer lugar es impensable que una empresa pretenda grandes metas cuantitativas y de eficiencia sin preocuparse de su clima interno y del trato que cada uno recibe. Los grandes objetivos no se lograran o, al menos no perduraran, si los encargados de llevarlos a cabo se desenvuelven en un ambiente de infelicidad. El ambiente y el mal trato son variables difíciles de cuantificar pero constituyen realidades que hacen mucho daño. Es una gran contradicción el tener grandes reconocimientos externos en materias de Responsabilidad Social y, simultáneamente, tener trabajadores y ejecutivos destruidos al interior de nuestras empresas, refugiándose en drogas y alcohol y, de paso acarreando al precipicio a toda su familia.

Recetas para mejorar el ambiente de trabajo hay muchas, todas ellas muy buenas y fáciles de implementar por un Departamento de personal o RRHH pero, si no nos involucramos todos, las medidas están inexorablemente condenadas al fracaso. Ahora bien, el involucrarse, no es abrir la billetera de la Empresa para dar un poco de pan y circo, es el contribuir efectivamente con nuestro amor y tiempo para la mejora del clima.

Debemos preguntarnos: ¿Estoy dedicando, regularmente, parte de mi tiempo a preocuparme por el bienestar de mis subalternos? Si la respuesta es afirmativa, sin lugar a dudas estaremos en la senda correcta y prontamente cosecharemos los frutos de nuestra actitud.

En cuanto a la oportunidad de desarrollo con el entorno, en que nuestras obras se realizan, debemos antes que nada convencernos  que somos los únicos responsables del impacto que ocasionamos y que el Estado no es en modo alguno subsidiario en este tema. Por una parte, tradicionalmente nuestros ciudadanos han sido comprensivos y nos han soportado por la naturaleza temporal y eventual de nuestro impacto, por otro lado muchas empresas han procedido prepotentemente con total desconsideración de su entorno. Esto se acabó, hoy por mínimo que el impacto se prevea debemos considerar su mitigamiento ya que las comunidades organizadas podrían conducir nuestros proyectos a un total fracaso.

Dos caminos: El primero, acatar todas las normativas medioambientales que nos puedan corresponder pero siempre demostrando una actitud de superarlas, ya que forzosamente, como estas normas no están hechas a la medida para nuestra industria, caeremos en algunos inevitables incumplimientos, el ruido es un ejemplo.

El segundo, anteponernos informando detalladamente a la comunidad de nuestro proyecto y las molestias que este podría ocasionarle durante la fase de construcción ojalá destacando también los beneficios que este podría acarrearles cuando se encuentre concluido.

Finalmente la obligación de contribuir también con algunas obras y actividades concretas en directo beneficio de la comunidad afectada serán medidas que facilitarán nuestra convivencia.

En resumen, no afanarnos tanto en búsqueda de la gloria externa sino que poner mucho de nuestro cariño, dedicación y tiempo en la implementación  de medidas que contribuyan a mejorar realmente nuestra imagen interna y externa.

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FUENTE:
Saludos,
 
RODRIGO  GONZALEZ  FERNANDEZ
DIPLOMADO EN RSE DE LA ONU
DIPLOMADO EN GESTION DEL CONOCIMIMIENTO DE ONU
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